A principio del siglo XX, la universidad madrileña necesitaba crecer para responder a las demandas de una sociedad de masas que empezaba a modernizarse. Las instalaciones que se habían construido hasta el momento en el noviciado de la calle San Bernardo tras el cierre de la Universidad de Alcalá, necesitaban ampliarse. El rey Alfonso XIII da el visto bueno a un primer proyecto de construcción de una nueva ciudad universitaria en 1928, bajo la coordinación del arquitecto Modesto López Bravo.
Al año siguiente se inician la construcción de diferentes plantas de edificios, que Con la llegada de la 2ª república va a ganar empuje y recursos: el primer edificio que se inaugura en 1933 es la Facultad de Filosofía y Letras, una muestra de la moderna arquitectura racional española, hoy reconocido como Bien de Interés Cultural (BIC).

El ataque franquista y el inicio de la defensa de Madrid
Tras el fracaso del golpe de estado ante la resistencia republicana, el principal objetivo de los sublevados franquistas es tomar la capital de la República cuanto antes. Después de haber ocupado por sorpresa Andalucía y Extremadura con las tropas africanistas y apoyo de la marina nazi para cruzar el estrecho, las columnas franquistas se dirigen a la capital pensando que sería un nuevo paseo triunfal. La experiencia militar de las unidades de la Legión española y de “regulares” (tropas coloniales marroquíes dentro de los destacamentos españoles), así como el macizo apoyo de las potencias totalitarias de la Alemania nazi de Adolf Hitler y la Italia fascista de Benito Mussolini, suministrándole numeroso armamento y tropas a Francisco Franco, apoyaban esta idea.
A comienzos de noviembre de 1936, los sublevados ya habían tomado algunas líneas defensivas y las localidades de Leganés, Getafe y Alcorcón. El plan inicial del general golpista Varela era atacar por el Noroeste de Madrid, para tomar la zona entre Ciudad Universitaria y Plaza de España, y de ahí tomar el resto de la capital. Una situación militar delicada que lleva a que el Gobierno de la República considerase imposible la defensa de la capital y se trasladase a Valencia, mientras se formaba una Junta de Defensa encabezada por el general José Miaja y el teniente coronel Vicente Rojo como Jefe del Estado Mayor.

Estas fuerzas republicanas junto con el pueblo de Madrid, asistidos por los primeros brigadistas internacionales, lograron resistir los primeros ataques franquistas y defender la capital de la república durante tres largos años, hasta el final del conflicto. El fracaso de los constantes intentos franquistas por acabar con la resistencia madrileña, explicará el importante contenido simbólico que el franquismo dará al territorio universitario tras su victoria
Como veremos, ya a principios de noviembre de 1936 comienzan los primeros bombardeos de la aviación alemana contra Madrid. Por petición del gobierno golpista, se ensayaba en España los primeros bombardeos indiscriminados contra civiles, que los nazis realizarían poco después en toda Europa, durante la segunda guerra mundial. Los profesores de arquitectura enrique Bordes y Luis de Sobrón han realizado un excelente estudio como el que disponen otras ciudades europeas bombardeadas: https://www.madridbombardeado.es/. Como se puede ver en detalle del plano, la zona de Ciudad Universitaria y el barrio de Moncloa es intensamente bombardeada.

Desde el punto de vista científico el retroceso sería enorme dada la mentalidad retrógrada del franquismo. De hecho, el programa de trabajo de la JAE fue asumida por la propia Dictadura tras la guerra, para forjar la matriz del actual Consejo Superior de Investigaciones Científicas, aunque con una orientación ideológica claramente anti-moderna que vigilaba de cerca la vida investigadora.

La represión del profesorado republicano, «depuración» en el nuevo lenguaje utilizado por autoridades educativas franquistas, llevaría a centenas de docentes y personal universitario a sufrir la muerte, la prisión, la persecución y el exilio. El listado elaborado por el profesor Niall Binns es un listado de las personas represaliadas en la Facultad de Filosofía y Letras, que se inicia recordando a la primera víctima complutense, la bibliotecaria Juana Capdevielle San Martín.
El primer libro sistemático sobre la represión franquista en la Universidad Complutense se llevó a cabo en 2006, con el rector Carlos Berzosa, coordinado por el profesor Otero Carvajal. Son más de seiscientas las personas afectadas en todas las distintas áreas de conocimiento y centros de trabajo.

La Guerra y las Brigadas Internacionales en la Ciudad Universitaria
El inicio de la guerra convierte el campus todavía en construcción de la Ciudad Universitaria, en un paisaje de ruinas y destrucción en escasos días de ataques aéreos y terrestres. La Ciudad Universitaria fue uno de los frentes bélicos más activos de la defensa de Madrid, desde las primeras incursiones de las tropas franquistas sobre el Puente de los Franceses y el parque del oeste en el 8 de octubre.
La Ciudad Universitaria, la Casa de Campo, la ribera del Manzanares y la carretera de La Coruña vivirían encarnizados combates hasta primeros de diciembre, que se estabilizan las posiciones que ya durarán hasta el fin de la guerra. La cuña que establece el ejército franquista mantendría una intensa presión bélica entre la carretera de La Coruña y el barrio de Moncloa, que convierte Ciudad Universitaria en un territorio devastado conectado por las diferentes líneas de trincheras.
En las primeras semanas la refriega bélica, con constantes ataques y contraataques, las Brigadas Internacionales jugaron un papel importante tanto por su valor militar como simbólico. Tras el golpe de estado y el inicio de la guerra, llegan a España más de 30.000 voluntarios extranjeros según las investigaciones más recientes, procedentes de más cincuenta países que vienen a apoyar al ejército leal a la II República. Pero la valentía entusiasta y la determinación solidaria de tantos jóvenes decididos a dar su vida por la república española, constituye un vector fundamental de la solidaridad internacional antifascista que ayuda a levantar la moral de la ciudadanía madrileña para defender la capital. Como nos recuerda la arqueóloga Alicia Torija son muchos los intelectuales y artistas que participan de este movimiento solidaridad, como el cineasta Joris Ivens, cuyo documental Tierra de España llega a proyectarse en la Casa Blanca ante el presidente Roosevelt.
La XI y XII Brigadas Internacionales son las enviadas a defender la Ciudad Universitaria. Se habían organizado y entrenado las semanas previas en Albacete y Tarazona, estaban formadas en su mayoría por trabajadores afiliados a sindicatos internacionalistas, solo algunos veteranos de la 1ª Guerra Mundial cuentan con experiencia militar y el escaso armamento que hay al principio de la guerra se destina mayoritariamente reservado para las tropas republicanas conducidas por militares leales. En estas durísimas condiciones los centenares de jóvenes que componían los batallones “Edgar André” (con integrantes en su mayoría de nacionalidad alemana), “Commune de Paris” (franco-belgas), “Garibaldi” (italiano), “Dombrovski” (polaco-húngara), posteriormente “Thälmann” (alemanes, austriacos, suizos y escandinavos) y “Andreé Marty” (franco-belgas) soportaron encarnizados combates en la Ciudad Universitaria y en la Casa de Campo.
Fueron movilizados ya en las primeras escaramuzas del día 8 de octubre cuando las tropas nacionales avanzan sobre del puente de los franceses. En las siguientes semanas de ataques y contrataques los batallones “Edgar André” y “Garibaldi” llegan incluso atravesar el territorio del actual Campus de Somosaguas, cuando intentan retomar Humera, Pozuelo y Aravaca que habían quedado tras las líneas franquistas (números 22, 23 y 24 en el mapa de los Amigos de las Brigadas Internacionales). También luchan en la Ciudad Universitaria la columna de la milicia anarquista encabezada por el reconocido dirigente de la CNT Buenaventura Durruti, que muere en el hospital clínico en 20 de noviembre (de los 1400 combatientes, más de mil mueren en territorio universitario.
A lo largo de las siguientes semanas estos batallones ya diezmados seguirán luchando ya en interior de la propia ciudad Universitaria, logrando desalojar algunos edificios universitarios tomados por las tropas franquistas que cruzaron el rio manzanares el día 15 de noviembre. Por su posición tuvieron especial relevancia la Facultad de Medicina y la Facultad de Filosofía y Letras, este último edificio fue donde se estableció el Cuartel General republicano en el frente universitario defendido por las Brigadas Internacionales. Las tropas franquistas habían logrado conquistar la Escuela de Ingenieros Agrónomos, la Casa Velázquez y en la Escuela de Arquitectura, lugar donde las tropas franquistas donde establecen su Cuartel General.
En el libro Lugares de las Brigadas Internacionales en Madrid, editado por la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, se recogen diversos testimonios que ayudan a situarnos en el lugar, como el de John Sommerfield, que proviene de su Volunteer in Spain publicado en 1939:
“Cuando regresamos a la Ciudad Universitaria, nos asignaron al edificio de Filosofía. Construimos barricadas con volúmenes de Metafísica india y Filosofía alemana de principios del siglo XIX; eran bastante resistentes a las balas. En el suelo de nuestra habitación extendimos alfombras; encontramos un reloj y un barómetro, los colgamos en la pared, también encontramos algunos carteles turísticos de Ven a la soleada España y colocamos uno como burla al clima. La vida aquí era tranquila y ordenada. En las mañanas despejadas, alrededor de las once, éramos bombardeados. Algunos proyectiles llegaban tarde por las tardes; el resto del tiempo hacíamos de francotiradores, leíamos, conversábamos, estudiábamos español o cavábamos trincheras.”

Otro testimonio que ubica al Batallón la Commune de Paris de la XI Brigada Internacional en Filosofía y Letras y describe como los libros fueron utilizados como parapeto es el del joven recluta Bernard Knox:
“Las barricadas estaban hechas con libros de la biblioteca; cogimos los más grandes y voluminosos que pudimos encontrar; entre ellos, recuerdo que había una enciclopedia de religión y mitología hindú. Más tarde descubrimos, después de escuchar los impactos de las balas en los libros, que el grado de penetración de las balas llegaba aproximadamente hasta la página 350; desde entonces me incliné a creer, como nunca lo había hecho antes, aquellas historias de soldados cuyas vidas habían sido salvadas por un Biblia que llevaban en el bolsillo de su chaqueta”
Este episodio de los libros usados como parapeto o “libros trinchera” ha sido objeto de dos exposiciones en la Universidad Complutense de Madrid. La primera, Balas y Letras: libros con heridas de guerra en la Biblioteca Histórica, organizada en 2012 por la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid. En 2024 la artista ibicenca Irene de Andrés, egresada de la Facultad de Bellas Artes de la UCM, ha presentado su obra 350 páginas a la feria ARCO, expuesto por primera vez en dicha facultad en 2023. Podéis escuchar el podcast que acompaña a su instalación: https://irenedeandres.bandcamp.com/album/350-p-ginas
La importancia del frente de la Ciudad Universitaria se pone de manifiesto por el hecho de que la rendición de las últimas tropas republicanas que defienden Madrid se firma cerca del hospital clínico ante las tropas africanistas. En este excelente hilo de Twitter investigadores del CSIC nos recuerdan este hecho olvidado de nuestro pasado: https://twitter.com/Pennypol/status/1672114189073039360. Ese mismo día se celebra la primera misa falangista en Ciudad Universitaria.

La reconstrucción de la Ciudad Universitaria y el Arco del triunfo franquista
La Ciudad Universitaria queda totalmente devastada en más de dos años y medio de intenso fuego bélico y constantes bombardeos italianos, alemanes y franquistas. En un primer momento las autoridades franquistas consideraron la posibilidad de mantenerla como un espacio de memoria de la “barbarie roja”, como se hizo en Belchite en la provincia de Zaragoza. Como pudieron ver muchas familias madrileñas en la inmediata posguerra, se ensayó un periodo de memorialización de las ruinas del espacio universitario, con una cartelería que significativamente señalaba “Ellos” y “Nosotros”, para distinguir las líneas del frente y al mismo tiempo consolidar el imaginario de exaltación de la guerra y de la victoria, muy alejado de buscar cualquier reconciliación.
Reproducimos a continuación un extracto de una crónica del diario Ya del 2 de mayo de 1939, titulada Auto de fe en la Universidad Central. Los enemigos de España fueron condenados al fuego. Las palabras son de Antonio de Luna, destacado quintacolumnista y uno de los organizadores del bibliocausto del 30 de abril en el patio de la Universidad Central de Madrid, en la calle San Bernardo, con motivo de la celebración del Día del Libro.
Para edificar a España Una, Grande y Libre, condenamos al fuego los libros separatistas, los liberales, los marxistas, los de la leyenda negra, los anticatólicos, los del romanticismo enfermizo, los pesimistas, los pornográficos, los de un modernismo extravagante, los cursis, los cobardes, los seudocientíficos, los textos malos y los periódicos chabacanos. E incluimos en nuestro índice a Sabino Arana, Juan Jacobo Rousseau, Carlos Marx […] Remarque, Freud y al Heraldo de Madrid.

La reconstrucción de la Ciudad Universitaria brindaría a Franco la posibilidad no solo de controlar con mano de hierro el conjunto del sistema universitario madrileño, si no también de un amplio espacio para hacer visible toda la simbología y el relato de su régimen. Cabe destacar en su primera etapa la presencia de Alemania como aliado cultural, al menos hasta que se produce la derrota del nazismo. Como refleja el propio archivo de la agencia EFE se mantenían intensas relaciones con los estudiantes y cancillerías nazis, con la presencia de Ibáñez Martín, el ministro de educación responsable de “el atroz desmoche” del conocimiento en España (en palabras del historiador falangista crítico Pedro Laín Entralgo).
Lamentablemente este ministro mantiene una calle con su nombre en el campus universitario y un busto que fue retirado en la primavera de 2023. El saludo romano del nazi-fascismo fue compartido por el falangismo en sus misas universitarias, aunque si bien estuvo normalizado hasta 1945 posteriormente decae, sobre todo tras el reconocimiento norteamericano y la instalación de sus bases militares en toda la geografía nacional a partir de 1953.

El dictador Franco fue el gran protagonista de la reinauguración organizada para celebrar el 12 de octubre de 1943 el Día de la Hispanidad, relanzado como noción neo imperial por intelectuales falangistas y propagandistas católicos frente a la denominación del Día de la Raza, como celebra la fecha en la que Colón llegó al llamado nuevo continente en la mayoría de los países iberoamericanos. A este discurso neoimperial hispanista también responde el nuevo edificio del Museo de Hispanoamérica, cuya perspectiva narrativa sigue estando en buena medida al servicio de este imaginario.
Cabe recordar que en el momento de la reinauguración del campus la avenida principal de la Ciudad Universitaria era paso obligado hacia la carretera de la Coruña, y por tanto hacia el Valle de Cuelgamuros, donde el dictador estaba construyendo con mano de obra esclava (mayoritariamente presos políticos) su mausoleo para batir todos los récords de la cristiandad: la basílica más grande, la cruz más alta, el sitio donde se reunirían más cadáveres… En ese espacio necropolítico sin parangón en el mundo occidental, se enterraría a José Antonio como máxima referencia de las victimas falangistas y posteriormente al propio Franco, en la misma fecha del 20 de noviembre, sería conectado simbólica y arquitectónicamente con el Arco de la Victoria y el edificio de los caídos por Madrid (actual Junta Municipal del Distrito de Moncloa) que se instalaría en Moncloa. Es también de reseñar que este dispositivo monumental, usado en la antigüedad y en la edad media, celebra en pleno siglo XXI algo que lo hace único en el mundo: conmemorar el triunfo sobre la propia población nacional tras una contienda civil.
Para esta inauguración ya se contó con la maqueta que hoy se exhibe en el hall de entrada de la Facultad de Medicina, con la que los arquitectos de Franco fantasearon con una gran universidad que finalmente nunca llegó a realizarse. En esa maqueta de la ciudad universitaria se pueden ver diversos espacios deseados pero finalmente nunca construidos, entre los que destacan un gran espacio acuático y un imponente Paraninfo neoclásico, como el que disfrutaban como signo de estatus las grandes universidades europeas y norteamericanas. Hoy podemos constatar que ese espacio está dedicado a campos deportivos.
El Paraninfo, que sigue generando hasta hoy porque así también se llama el salón noble de conferencias de la Facultad de Filosofía y Filología, fue objeto también de las primeras protestas estudiantiles clandestinas. El exterior semicircular de ese salón fue elegido por la resistencia estudiantil republicana para escribir en 1947 la pintada ¡Viva la Universidad Libre!, ¿Viva la FUE! (la Federación Universitaria Escolar, organización que había impulsado el derecho a la educación durante el periodo republicano). Realizada con nitrato de plata sustraído en los laboratorios de Químicas se reivindicaba en la Facultad de Letras, de manera indeleble permite leerlos hasta hoy día, a tres grandes poetas represaliados por el franquismo (Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández).
